www.turningpointmag.org

Del Control a la Conexión: la Red Social más allá de las Big Tech

by

Del Control a la Conexión: la Red Social más allá de las Big Tech

by

Cover photo: ©Sepideh Shirzad

Cover photo

©Sepideh Shirzad

Share or print

Este artículo es posible leerlo tanto en español como en ingles. Clica aquí para la versión en inglés.

Internet ha cambiado nuestra forma de relacionarnos, aprender, comunicarnos y vivir. Internet es muchas cosas, pero quizá la parte más mediática y visible ahora mismo sean las redes sociales. Hay conceptos que todas conocemos pero que nos cuesta definir. Las redes sociales es uno de ellos. Una posible definición de «redes sociales» es que «son plataformas digitales que forman comunidades de individuos cuyo objetivo es comunicarse y compartir información por y para la comunidad». En realidad, según esta definición, podríamos clasificar como redes sociales los foros, las listas de correo y muchas otras plataformas. A día de hoy, las grandes corporaciones nos venden las redes sociales comerciales y masivas como «Las Redes Sociales», equiparando el concepto general con sus productos particulares. En pocas palabras, cuando hablamos de redes sociales, pensamos en Facebook, Instagram o TikTok, y esto estrecha nuestra mirada. De este modo, a día de hoy nos resulta difícil imaginar, conocer o participar en diversas redes sociales que no pertenezcan a las Big Tech1.

La toxicidad de las redes sociales comerciales es cada vez más evidente para muchas. Desde hace varios meses, diversas campañas nos advierten de los peligros de las redes sociales promovidas por las grandes compañías tecnológicas y nos instan a buscar una alternativa en el Fediverso2. La principal campaña de coordinación internacional en Europa es “EscapeX: Mejorando el Espacio Público Digital”. Es precisamente en la plataforma X, donde mejor podemos ver las consecuencias de la deriva reaccionaria y turbocapitalista tras la compra por Elon Musk en 2022. «Este movimiento insta a individuos, instituciones, medios de comunicación y responsables políticos a liberarse de la plataforma X y pasar a espacios digitales más democráticos y descentralizados», dice la campaña en su web. De hecho, han creado una aplicación llamada Open Portability que te ayuda a migrar tu cuenta de X a Mastodon o BlueSky, facilitando la transición. Además, desde colectivos tecnológicos y organizaciones de resistencia digital se están organizado webs y campañas que explican en detalle cómo funciona el Fediverso y cómo empezar a utilizar sus aplicaciones, especialmente Mastodon3, que es la más popular de todas debido a su migración masiva desde X. El Fediverso se está convirtiendo en un espacio seguro para muchos grupos minoritarios, especialmente para la comunidad LGBTQIAPN+ y las personas con dificultades audiovisuales y  solicitan inforauditivas. Las comunidades ponen mucho cuidado en hacer del Fediverso una red social segura y accesible. Por eso hay diferentes formas de alertar sobre contenidos que puedan herir la sensibilidad de otres, poniendo una “advertencia de contenido”. Del mismo modo está muy extendida la práctica de añadir descripciones ALT a las imágenes para facilitar su accesibilidad. Además, el protocolo y la construcción de estas redes sociales están pensados para la protección de los datos privados, recogiendo menos metadatos y sin generar tipo de perfilamiento alguno. Normalmente, los administradores salvaguardan los datos de sus usuarios y nunca piden información identificable, como un número de teléfono, una dirección física o una fecha de nacimiento.

Pero, ¿cómo hemos llegado a todo esto? Las redes sociales tienen poco más de dos décadas de existencia y se han convertido en una parte imprescindible de la vida de millones de personas. Actualmente, muchas estamos buscando espacios más seguros y amables de sociabilidad digital, apostando al Fediverso como una alternativa a las grandes redes sociales comerciales. Pero para responder por qué es importante para nosotras esta alternativa, primero debemos preguntarnos…

¿Qué son y cómo nacen las redes sociales comerciales?

Las redes sociales, tal y como las conocemos hoy, nacieron entre finales de los años 90 y principios de los 2000. Por ejemplo, Facebook nació en 2004 y Twitter en 2006, y empezaron a ganar popularidad durante la primera década del siglo XXI. Las redes sociales tuvieron un impacto significativo en la organización y difusión de las grandes protestas masivas de 2011 y 2012, como la Primavera Árabe, el 15M y Occupy Wall Street. Del mismo modo que fueron cruciales más tarde en las campañas de denuncia masiva de #MeToo o #BlackLivesMatter.

Muchas considerábamos esas redes sociales como una nueva «plaza pública» donde cualquiera podía expresarse y ser escuchada. Eran herramientas de organización social y política, espacios para desacreditar y desmontar el discurso monopolizado de los medios de comunicación de masas, y lugares donde cada persona podía tener voz propia. Pero esta utopía duró un tiempo. Como cualquier producto generado bajo el sistema capitalista, fue subsumido por él, sofocando otros modos de expresión y organización que no son comercializables y rentables para el sistema. No debemos engañarnos, ninguna de estas plataformas que aprendimos a utilizar de forma diferente y creativa fueron realmente concebidas como una plaza pública democrática, sino como un producto con expectativas de extraer beneficio económico o político. Un claro ejemplo es el caso de Cambridge Analytica en 2016, que utilizó los datos privados de 87 millones de usuarios de Facebook para enviar mensajes personalizados a favor de la campaña presidencial de Donald Trump.

Coincidiendo con la visión de Marta G. Franco expresada en su libro «Las redes son nuestras», las redes sociales comerciales nos han sido robadas en los últimos años a través de una clara alianza entre movimientos de extrema derecha y grandes corporaciones tecnológicas. A día de hoy, las redes sociales comerciales han sido tomadas por ideologías reaccionarias a través de fake news y ejércitos de trolls y bots, apoyados por algoritmos opacos dirigidos por los multimillonarios propietarios de estas plataformas. La toma y el uso de las redes sociales es otra táctica en el ascenso de la extrema derecha mundial. A esto hay que añadir el dominio del espacio televisivo y de los medios de comunicación tradicionales; el uso de otro tipo de espacios digitales (4chan, Forocoches o Telegram) para difundir mensajes de odio; el discurso político extremista de partidos abiertamente fascistas; la utilización de espacios educativos en universidades y colegios como espacios de adoctrinamiento; al igual que los sermones de ciertas sectas en iglesias y otros centros religiosos. Se están utilizando los recursos legales, políticos y sociales que existen, tanto en instituciones públicas como privadas, sin dudarlo. Fascismo y capitalismo siempre han ido de la mano, especialmente en tiempos de crisis.

El objetivo de estas plataformas, inicialmente muy abiertas y versátiles, ha sido siempre engancharnos a sus servicios. Consiguen este objetivo a través de diferentes métodos. Por un lado, Meta y Google utilizan diferentes tácticas para hacerse imprescindibles entre las usuarias, como llegar a acuerdos con las compañías telefónicas para ofrecer sus servicios de forma gratuita dentro de los planes tarifarios. Esta técnica es especialmente útil en países con altos índices de pobreza y entre las clases más desfavorecidas. O también vemos cómo Google crea un monopolio copando prácticamente todo el mercado del software para telefonía móvil con Android e imponiéndonos el uso de sus servicios digitales (Gmail, Google Play, Google Maps,…).

Por otro lado, estas empresas han invertido millones en estudiar la reacción de nuestro cerebro ante determinados estímulos y han modificado sus plataformas para hacernos adictos a ellas. Ahora las redes sociales son una fuente de FOMO (fear of missing out – miedo a perderse algo), anuncios y noticias falsas en un scroll infinito con el único objetivo de retener nuestra atención el mayor tiempo posible exponiéndonos a contenidos que generen «engagement». La principal fuente de beneficios de estas plataformas es la extracción de datos; datos que se obtienen al mantenernos en sus plataformas, con el fin de generar perfiles de usuario y venderlos a diferentes anunciantes o empresas. Aunque ahora este modelo de negocio parece estar llegando a su fin, y por eso podemos ver una tendencia hacia el formato de suscripción como próxima fuente de beneficios.

La realidad es que sí han conseguido atraer y captar nuestra atención. Se estima que el 77% de los usuarios de Internet son activos en alguna de las plataformas de Meta10. Además, hay que destacar que somos nosotras, las usuarias, las que generamos los contenidos, la interacción y los datos que estas empresas utilizan para ganar dinero. Nos convierten en trabajadoras sin salario, sin derechos, ya que el trabajo de las creadoras de contenidos no está regulado. También es cierto que mantener, mejorar y moderar estas plataformas cuesta dinero, aunque cada vez haya menos controles de moderación o se modifiquen los términos éticos de publicación en función de intereses políticos.

La falacia de la gratuidad de los servicios en internet nos está costando muy cara, ya que a día de hoy hemos perdido el control de nuestros datos personales, que en muchos casos pueden identificarnos entre miles de personas. La información es poder, y vale la pena recordar aquella anécdota que cuenta Marta Peirano en su charla Ted “¿Por qué me vigilan si no soy nadie?”: “Durante el periodo de entreguerras en Europa, el Estado holandés tenía un censo que también registraba cuántos católicos, cuántos protestantes y cuántos judíos había en el país. Así que cuando llegaron los nazis, ya habían hecho sus “deberes” y solo el 10% de los judíos holandeses sobrevivieron al Holocausto”. El problema con esos datos no es que una persona o una empresa los esté recopilando, analizando y utilizando hoy para vendernos algo. El verdadero problema es que no sabemos cómo podrán utilizarse en el futuro.

La gran mayoría de las usuarias de las redes sociales son parcialmente conscientes de estos problemas. Así que cabe preguntarse por qué seguimos en estas plataformas. Debemos partir de la premisa de que las personas no somos tontas, en muchos casos ni siquiera ignorantes, simplemente tenemos otras prioridades. Muchas de nosotras utilizamos las redes sociales para desconectar, para estar al día de “tendencias” o noticias fugaces que en realidad importan muy poco. Muchas de nosotras hemos construido grandes redes a lo largo de los años a nivel personal o profesional, y muchas otras nos sentimos cómodas en plataformas que conocemos al dedillo. El problema no es elegir una red social en lugar de otra, sino hacerlo sabiendo a qué renunciamos y a qué nos exponemos cuando hacemos una elección. Es cierto que también hay quien se aferra a argumentos gastados para justificar su elección. Falacias como no perder visibilidad en X o no abandonar esos “espacios digitales de lucha” a la ultraderecha. Cualquiera que cree contenidos sabe que es muy difícil alcanzar el éxito en estas redes sin tener cuentas premium o dedicar un ritmo frenético a publicar. Los algoritmos de estas plataformas pueden ser opacos, pero todas observamos cómo priorizan los contenidos que interesan a sus propietarios o se alinean con sus intereses económicos.

El Fediverso, una alternativa a las redes sociales comerciales

Existe un universo de alternativas a las redes sociales de las Big Tech, de hecho, se conoce como el Fediverso. La palabra Fediverso proviene de las palabras «federación» y «diverso/universo» y engloba un conjunto de servicios que operan federados en una red interoperable de forma descentralizada. Pongamos algunos ejemplos para facilitar la comprensión de las principales características del Fediverso, que son: federación, descentralización e interoperabilidad.

Fediverso es descentralizado, lo que significa que para cada una de las redes sociales existentes puede haber más de un servidor o instancia, como se les llama comúnmente. De hecho, quienes tengan los conocimientos adecuados pueden crear su propia instancia de una de las redes sociales. Los beneficios de la descentralización son muchos, entre ellos tenemos la distribución de la carga de datos y el consumo de Internet, desmantelando la necesidad de grandes centros de datos; la información de las usuarias se distribuye por diferentes servidores y no está bajo el control de una única empresa; además, si uno de los nodos cae por cualquier motivo, las usuarias siempre pueden migrar a otra instancia y continuar con sus cuentas.

Interoperabilidad significa que los distintos servicios pueden comunicarse entre sí porque todos comparten el mismo protocolo, llamado Activitypub. Imagina que desde tu cuenta de Facebook pudieras ver tuits de X y seguir cuentas de Instagram, sin necesidad de abrir una cuenta en cada una de estas redes sociales. Esto es exactamente lo que ocurre entre las distintas redes sociales del Fediverso y aquellas otras comerciales que adoptan el protocolo ActivityPub, como Threads y WordPress. Técnicamente todas las plataformas que incluyen el protocolo son parte del Fediverso ya que pueden comunicarse entre sí, aunque debemos resaltar las grandes diferencias procedimentales y de estructura entre, por ejemplo, Threads, propiedad de Meta y de software privativo; y el resto de programas nativos del Fediverso.

El caso de BlueSky es especial, ya que éste desarrolló su propio protocolo (llamado AT) y desestimó incluir el protocolo ActivityPub, por lo que no podemos considerar a esta plataforma parte del Fediverso. Actualmente existen programas “bridge” que vinculan las publicaciones de BlueSky con las del Fediverso.

Es importante resaltar las otras diferencias entre BlueSky y Mastodon, su homónimo en el Fediverso. Mastodon es una red social mantenida por un conjunto de voluntarios y financiada a través de donaciones, que se gestionan bajo el paraguas de una empresa sin ánimo de lucro (Mastodon gGmbH). El programador ruso-alemán Eugen Rochko desarrolló Mastodon desde un primer momento bajo los principios del software libre, apostando por la descentralización del Fediverso como infraestructura. BlueSky, en cambio, nació como startup en Silicon Valley, gracias al impulso financiero de 36 millones de dólares por parte de inversores de las Big Tech y las criptomonedas. Su código no está del todo liberado y se acoge a la licencia MIT, mientras que su infraestructura no es descentralizada a pesar de las promesas de sus desarrolladores.

La federación nos permite unirnos a aquellas instancias que están alineadas con nuestros principios. De esta forma, una instancia que se federa con otra puede actuar como puente entre varias instancias, conectándonos en red. Cuando una de las instancias no se adhiere a los principios de moderación de otra, puede ser bloqueada. Cuando una instancia da cabida a comportamientos denigrantes o acciones contra los derechos de las personas, suele ser bloqueada por el resto y, por tanto, aislada de la red.

Las instancias del Fediverso son creadas y mantenidas principalmente por su propia comunidad y algunas voluntarias. Tienen que cubrir el servidor, la electricidad e Internet como requisitos esenciales. Por eso es importante apoyar la instancia en la que se participa con aportaciones económicas. Otro punto a tener en cuenta es que cada instancia establece sus propias reglas y es moderada manualmente por sus administradores. En el Fediverso no existen algoritmos de recomendación o prohibición. Hay filtros para moderar, pero ninguno de ellos es automático. Esto implica una carga de trabajo voluntario bastante alta, por lo que es importante la corresponsabilidad de las usuarias en estas plataformas para cumplir con las normas acordadas y contribuir a un buen ambiente en la red.

Como al principio no hay algoritmos de recomendación, puede resultar algo difícil encontrar la comunidad que deseas. En el Fediverso, seremos nosotras las que construyamos poco a poco nuestro timeline, nadie dirigirá nuestra atención. Tenemos que volver a buscar por etiquetas y bucear en la red para encontrar lo que nos interesa. De hecho, existen campañas de recomendación de cuentas entre las usuarias (por ejemplo, en Mastodon, es una práctica que hacemos todos los viernes con el hashtag #FridayFollow) así como directorios de cuentas a las que empezar a seguir. Este es uno de los puntos que más cuesta a las personas que vienen de redes sociales comerciales, ya que nuestros timelines son inicialmente aburridos y no se construirán sin nuestro tiempo y dedicación; pero también nos protegen de engancharnos a un scroll infinito.

Ciertamente, el Fediverso es más complejo que el resto de redes sociales propuestas por las Big Tech, pero también nos ofrece muchas más opciones adaptadas a las necesidades de cada usuaria. Existen diferentes redes sociales entre las que encontramos el microblogging con Mastodon o Pleroma (Twitter o BlueSky), compartir fotos con Pixelfed (Instagram), tener un perfil en Friendica (Facebook), o ver vídeos en Peertube (Youtube). Cada una de ellas puede tener múltiples instancias que suelen reunir a gente por intereses comunes (instancias con temas de comunidades LGBTQ+, videojuegos o arte) o por idioma (inglés, español o italiano). Uno de los pasos más importantes es elegir una instancia en la que te sientas cómoda, tanto con los principios y normas que tiene como con los temas que te interesan. Pero no te preocupes demasiado, una de las ventajas del Fediverso es que puedes migrar tus cuentas de una instancia a otra manteniendo tus seguidores y a quienes sigues, aunque no podrás migrar el contenido de tus publicaciones.

Notes

  1. Las “Big Tech” es como son conocidas las empresas de tecnología más grandes del planeta, entre las que se encuentran las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple, y Microsoft) para el mundo occidental y las BATX (Baidu, Alibaba, Tencent, y Xiaomi) para la esfera de influencia china. ↩︎
  2. Fediverso: es un conjunto de servicios de redes sociales que pueden comunicarse entre sí mediante un protocolo común. ↩︎
  3. Mastodon es una red social de microblogging muy parecida en funcionamiento a X (antes Twitter). ↩︎

Sara A. de Ceano-Vivas Núñez

Sara A. de Ceano-Vivas Núñez periodista especializada en la Cuestión Kurda, el periodismo internacional y reflexiones en torno a la derechos digitales desde una mirada crítica. 

Read more about the topic

Share or print

Engage

Turning Point magazine logo, "TURNINGPOINT" written in two different brand fonts.

This article was published in Turning Point, an independent online magazine created by and for those actively seeking for a radical change. Read more articles at www.turningpointmag.org.

Published under Creative Commons CC BY-NC-SA 4.0.